Puertas extrañas

El primer aprendizaje literario es la aceptación de la complejidad. La idea de la infinitud y de la extrema multiplicidad de las versiones a las que se enfrenta el lenguaje para construir su propio mundo. Es increíble que escritores como Héctor Abad y Mario Vargas Llosa se nieguen a aceptar las muchas posibilidades del juego. Sus posturas tienen recurrentemente los mismos vicios: reduccionistas, reaccionarios, sentenciadores, puritanos. No dejan ser, no admiten abrir puertas extrañas, no conciben versiones alternas al pasado romántico de las formas. No se distancian mucho de los fachos a quienes tanto dicen detestar.

Son extremistas de la forma y del género. Se rompen las vestiduras por la entrega del Nobel a un escritor que pública textos magistrales en otra plataforma igual de exigente: la música. Solo aceptan al libro como la única posibilidad. Son idealistas, igual de radicales que los déspotas del mundo práctico.

Juan David Ochoa

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