De vuelta con revueltas

Tuve un breve alejamiento con la intención de ver las cosas -este país, nuestra sociedad y su cultura- desde otro ángulo. Sólo descubrí que desde lejos no se ve Colombia: somos una nigüa para el primer mundo.

Además, nuestro sentimiento de importancia mundial, sólo es nuestro; en el exterior somos un chisme mal contado, y generalmente un mal chisme. Por ejemplo, en las noticias internacionales lo único que apareció de Colombia fue el carro bomba que estalló en la capital.

También tuve la oportunidad de ver las dos caras de la moneda que es Ingrid Betancourt, en todo su brillo y opacidad. En la prensa internacional tiene una versión muy distinta de sus actos. Según Ingrid, la indemnización que pidió al Estado fue una idea que surgió de una reunión con los ex-secuestrados, idea que acató por supuesto debido a su compromiso con las víctimas del flagelo del secuestro. Ya sabemos cómo funcionó acá, cómo fue una idea muy propia que quiso contagiar al resto de exsecuestrados. La prensa internacional no recuerda la responsabilidad que tuvo Ingrid en su propio secuestro. "Fue negligencia del Estado", declara, a pesar de las advertencias que se le hicieron acerca de las intenciones de las FARC por parte de los organismos de inteligencia del Estado, y no incluye en sus declaraciones que a pesar de su terquedad se le prestaron agentes de seguridad para que se hundieran, junto a ella, en las fauces del lobo.

Como dice la canción, "no estaba muerto, estaba de parranda". Pronto aparecerán las nuevas publicaciones de camarón despierto. Con más vueltas y revueltas.

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